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GHOST BEAST: «HAGO LO QUE A MÍ ME GUSTARÍA ESCUCHAR Y CREO QUE, EN EL TERRENO DE LA CREACIÓN, TIENE QUE SER ASÍ»

GHOST BEAST: «HAGO LO QUE A MÍ ME GUSTARÍA ESCUCHAR Y CREO QUE, EN EL TERRENO DE LA CREACIÓN, TIENE QUE SER ASÍ»
29 MAY 2023

Pachu Doblas (composición, voz, guitarra) se encerró durante nueve meses con la intención de hacer un disco. Y lo hizo, Winter’s Horns (2018), y, casi a la vez, una banda: Ghost Beast. Junto a él están Iago Fernández (batería) y Xan Campos (piano), conformando un proyecto que bebe tanto de la electrónica como del art-pop; sintetizadores que ganan protagonismo a las guitarras y ritmos programados que se entrelazan con baterías de sonido contemporáneo construyen canciones amplias y con espacio, minimalistas.

The Other Side of Fear (2023) es su último disco y, con él, ocho nuevos cortes «para escuchar con calma»; temas compuestos durante los pasados tres o cuatro años, producidos con aparente sencillez, pero trabajados a conciencia. Con esa atmósfera evocadora y envolvente que los caracteriza, The Other Side of Fear es una vía de escape compuesta por canciones que suenan «más a banda» que nunca.

 

 

 

Detrás de Ghost Beast está Pachu Doblas (composición, voz, guitarra), Iago Fernández (batería) y Xan Campos (piano). ¿Cómo aparece este fantasma de la electrónica y del art-rock en escena?

Pachu Doblas: «Pasé por una etapa de cambios vitales profundos y decidí que me tomaría un año sabático para hacer un disco. En parte porque sería parte del propio proceso de recomposición personal, y en parte porque me apetecía mucho dedicarle tiempo de calidad a la creación musical, que es lo que de verdad me llena. Así nació el primer disco de Ghost Beast y, con él, la banda».

 

Pachu, tú eres —en palabras de Xan— el «artífice principal» de este proyecto. ¿Qué buscabas con la incorporación de Xan e Iago a la banda? ¿Por qué ellos? ¿Qué dirías que aportan a Ghost Beast, tanto personal como musicalmente?

Pachu: «Cuando tenía gran parte del primer disco preparado empecé a buscar músicos para poder llevarlo al directo. Después de probar varios músicos, un amigo común me puso en contacto con Iago Fernández, que escuchó las maquetas y me dijo —para mi sorpresa— que estaba interesado en colaborar. La primera vez que ensayamos ya vino acompañado de su cómplice Xan Campos y el encaje entre los tres fue inmediato.

Los dos son músicos de un altísimo nivel y, sobre todo, tienen una sensibilidad bestial. Aunque no procedemos de los mismos mundos, musicalmente hablando, entendemos el proceso musical de forma muy semejante y fue fácil encontrar campos comunes».

 

 

Dos tercios de la banda tienen formación mayormente jazzística, pero ¿cuánto de jazz hay en vuestra electrónica?

Pachu: «Como te decía, venimos de campos diferentes, pero tenemos una sensibilidad semejante; no nos es difícil encontrar sonoridades y elementos donde confluir. Esto acontece sobre todo en el directo, donde fluimos un poco más y esos desarrollos jazz afloran de una manera bastante natural en algunos momentos; otras veces, otras canciones son más concretas.

En el segundo disco hay momentos donde esos elementos jazz ya forman parte de las canciones desde un primer momento».

 

Y, ya pasando de géneros a influencias, ¿quién dirías que tiene, o tuvo, un particular impacto a la hora de desarrollar este proyecto?

Pachu: «Bandas clásicas como Pink Floyd, Radiohead, Grizzlie Bear, Tame Hiparla; productores de electrónica como James Blake, Rival Consueles, Apparat; clásicos impresionistas; la música de sintetizador de los años 80, cosas así...».

 

Interpretáis vuestra música siempre desde una versión solemne y profunda. ¿Por qué este enfoque?

Pachu: «Yo creo que es lo que nos sale, no lo buscamos. Es quizás justo lo contrario de lo que funciona en esta época más hedonista y desenfadada, pero así nos diferenciamos un poquito 😊».

 

 

Sin embargo, algunas de vuestras letras esconden mensajes optimistas, incluso esperanzadores; algo que, en una primera escucha, puede chocar. ¿Cómo conseguís el equilibrio emocional entre letra y música?

Pachu: «Las canciones son eso, un equilibrio entre la música, que es un soporte para un mensaje, [y la letra]; esa tensión crea unas emociones determinadas. La idea es que esas emociones sean lo más particulares posible, huyendo de los lugares comunes, que nos lleven a sitios donde no habíamos estado antes... Pero la verdad es que no sé si lo alcanzamos. Esas emociones son experiencias muy personales de quien escucha».

 

 

 

Winter’s Horns (2018) es el debut discográfico de Ghost Beast; un puñado de canciones inspiradas y creadas la raíz del aislamiento personal que vivió Pachu durante nueve meses... ¡hasta la duración parece simbólica! ¿Cómo recuerdas ese tiempo de encierro?

Pachu: «Fue muy bonito, porque cuando empecé solo tenía como dos o tres bocetos y el resto tenía que salir en ese plazo, así que había tiempo por delante, pero también una presión de conseguir algo y no perder un año de mi vida. Iba haciendo unos temas mientras grababa otros.

Si tenía chispa creativa, me centraba en componer; si no tenía mucha, aprovechaba para ir grabando. Como lo tuve que hacer todo solo, la verdad es que fue un proceso lento, pero al final salieron cosas, para mí, muy bonitas.

Lo peor de la experiencia fue que cuando llegó el invierno, al no tener calefacción en esa casa, que era una casa de vacaciones, fue duro trabajar con frío. Ese frío quedó un poquito reflejado en el disco, creo».

 

Leemos que partiste de unos bocetos de canciones. ¿Cómo las fuiste trabajando, desde un punto de vista creativo o compositivo, hasta a su forma final?

Pachu: «Pues una vez compuestas letra y música, la parte más divertida es grabar y dar forma a las canciones. Yo quería usar sintetizadores y texturas ambientales más que guitarras, aunque yo soy principalmente guitarrista; por eso tuve que aprender mucho en el proceso de programar sintetizadores y cajas de ritmos».

 

 

La decena de piezas que componen el largo siguen una estructura sencilla y minimalista; son las capas de sintetizadores las encargadas de darle una sonoridad compleja. ¿De qué manera trabajas los sintes para que parezca que envuelven, y no devoren, al resto de los instrumentos?

Pachu: «Las canciones son ricas armónicamente (para los estándares del pop) pero son minimalistas desde una perspectiva sonora. Eso es parte del sonido que buscaba, de esa atmósfera solemne, como la música de los himnos o de las iglesias. Combinar eso con sonidos contemporáneos de la música electrónica es Ghost Beast».

 

 

 

En abril lanzabais The Other Side of Fear (2023), vuestro segundo álbum y, con él, otras ocho piezas originales de atmósferas acogedoras que huyen del costumbrismo. ¿Cómo fue su proceso creativo?

Pachu: «The Other Side of Fear fue un proyecto muy diferente que Winter’s. Aquí no hubo encierro, ni voluntad específica de crear algo en un plazo de tiempo determinado. Las canciones fueron saliendo en estos tres o cuatro años, pudimos ensayarlas y tocarlas en directo antes de grabarlas, menos un par de ellas.

Cuando estaba preparando la producción del disco, me di cuenta de que el tema de las canciones era siempre el mismo y, la verdad, es que me quedé muy sorprendido. Desde distintos puntos de vista, las canciones hablan de enfrentarse los miedos, avanzar y no quedarse estancado.

Además, en este disco todo lo hicimos en casa, mezcla incluida. Salvo la grabación de las baterías y un piano, en “Let’s Get Lost”, que lo hicimos en el estudio del Hevi en Santiago».

 

 

Para el disco debut el aislamiento fue, digamos, voluntario. Desde aquella, y previa a la publicación de este nuevo disco, todos vivimos uno encierro obligado. ¿Afectó el confinamiento a este trabajo?

Pachu: «Por desgracia yo no tuve confinamiento más allá de las dos primeras semanas. Me gustaría haber tenido ese tiempo de calidad con mi familia y conmigo mismo, pero por motivos de trabajo tuve que estar fuera, así que yo no tuve un verdadero confinamiento.

Aunque fuera por una causa tan negativa, creo que también fue una oportunidad para parar un poco y darnos cuenta de la vida tan alocada que llevamos».

 

El título del álbum evoca valentía, ¿cruzasteis algún «miedo» en particular para su composición?

Pachu: «Si me paro a pensarlo, llevo muchos años cruzando muchos miedos, no siempre con éxito, pero en general con sensación de avanzar algo. Creo que debí de madurar tarde, porque todavía tengo la sensación de tener que vencer unos cuantos más.

En cuanto a la composición y la parte musical, un miedo típico de los artistas es quedarse sin ideas. En este miedo en particular, ahora mismo tengo la sensación de que la fuente es inagotable y que estoy bien. Otro miedo importante es hacer algo que no conecte con los demás, que está en relación con el estilo propio y los estilos que están predominando en escena. En este caso, soy consciente de estar haciendo cosas muy a contracorriente, pero la verdad es que hago lo que a mí me gustaría escuchar y pienso que, en el terreno de la creación, tiene que ser así».

 

 

En el disco anterior la inspiración surgió principalmente del aislamiento, ¿y en este? ¿Dónde buscaste la inspiración a la hora de componer?

Pachu: «La inspiración está en todas partes si estás atento; puede ser interna o puede ser externa, pero hay fuentes inagotables para encontrar la inspiración. Y la otra parte es que, si dedicas tiempo de calidad a la creación, siempre salen cosas. Yo le dedico bastante tiempo a la música, haciendo canciones, tocando instrumentos, haciendo producciones, investigando herramientas... Y me gustaría tener mucho más tiempo para explorar todas las ideas que se me pasan por la cabeza; veo mil puertas para abrir, musicalmente hablando».

 

El último adelanto antes de su lanzamiento fue “Cradle”, «un tema que nos encanta», decíais. ¿Por qué esa predilección?

Pachu: «La verdad es que no es elegante decirlo, pero en este disco nos encantan todos los temas. En el caso de “Cradle”, lo escogimos como uno de los singles porque creemos que es un tema que gusta bastante».

 

 

En este trabajo seguís saliendo de tu zona de confort; exprimiendo arreglos cuidados hasta el más mínimo detalle, mezclando instrumentos con ritmos programados hasta fusionarse de manera impecable... ¿dirías que es esta vuestra seña de identidad? ¿Vuestro camino a seguir a la hora de crear música?

Pachu: «La verdad es que, a pesar del título del disco, musicalmente no salí mucho de la zona de confort, porque ese tipo de arreglos es lo que nos gusta y lo que dominamos.

La verdad es que hay menos ritmos programados que en el primer disco, porque Iago cogió mucho protagonismo y quise diseñar ritmos para él, que es un batería de primer nivel. Esos ritmos tienen influencia de bases programadas y de baterías electrónicas; en tres temas los complementamos con algo de programación y en otros funcionan mejor solos».

 

Al hilo, ¿qué diferencias y semejanzas encuentras entre Winter’ Horns y The Other Side of Fear?

Pachu: «Los dos discos tienen muchas semejanzas en cuanto a estilo, pero en Winter’s Horns las producciones son más atmosféricas y tienen más espacio, hay más atención al detalle, está más producido en ese sentido. Mientras que en The Other Side las canciones suenan más a banda, tienen más huella, pero menos detalle; fue una decisión deliberada, la producción es más sencilla. Todo eso dentro de un estilo bastante semejante».

 

 

En vuestros directos es quizás donde la parte del trío vinculada al jazz cobra más protagonismo, ¿no? ¿Cuánto de improvisación subís con vosotros al escenario?

Pachu: «Es cierto, en directo se nota mucho la presencia de Xan y de Iago. Ellos tienen un nivel musical altísimo, y pueden tocar casi cualquier cosa, pero es en el jazz donde brillan más. En algunos temas llevamos la cosa un poco por esos derroteros y funciona muy bien, creo yo».

 

En 2020 participasteis en la grabación del programa Galicia Emerxeen la Cidade da Cultura. ¿Cómo recordáis la experiencia?

Pachu: «Por una parte muy agradecidos a la gente de la organización por invitarnos y por su profesionalidad. Fueron unos conciertos muy bien organizados y con buenos medios, pero inevitablemente la experiencia fue rara porque no había público, ya que esto aconteció en plena pandemia.

Tuvimos que hacer un concierto para las cámaras, sin nadie realmente escuchando, porque no había sonido saliendo más que por nuestros in ears. Así que ni la gente de la organización estaba escuchando, salvo las baterías, guitarras y algún grito mío al aire... El resto iba directamente a la línea y no se escuchaba. Aun así, lo recuerdo como una experiencia positiva».

 

 

¿Cómo describiríais un concierto vuestro, qué puede esperar el público de él?

Pachu: «Es difícil describirse. Lo cierto es que la gente suele quedar muy contenta en los conciertos, sobre todo si saben a qué vienen. Son conciertos suaves; predominan los medios tiempos y los sonidos envolventes, en lugar de los ritmos rápidos y la presión sonora, aunque hay momentos para todo. Nosotros estamos muy concentrados todo el rato y no hacemos muchas concesiones a la galería: unos hombres tratando de hacer música interesante. Esto puede ser aburrido para alguna gente, pero emocionante para otra».

 

En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?

Pachu: «Recomiendo a todo el mundo los discos de Iago Fernández, Luzada (2022), que es una maravilla. Y el disco de Xan Campos, Realismo (2020), que es otra locura. El nivel es altísimo».

 

Si abriésemos tu cuenta personal de Spotify, ¿qué escucharíamos? 100% Sinceridad, 0% Vergüenza

Pachu: «Lo más escuchado en mi Spotify a día de hoy es Aphex Twin, Rival Consoles, David Gray, The Smile, Dire Strais, Tom Misch, Ben Howard, Sufjan Stevens, Radiohead, King Krule, Pearl Jam o Counting Crows. Algunas de estas cosas están normalmente entre mis más escuchados, otras no».

 

 

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