TODO EL LARGO VERANO: «‘ESPERANDO’ CIERRA UNA TRILOGÍA Y ABRE UNA ETAPA QUE PARECE UN NUEVO COMIENZO»

Hace casi veinte años que Alberto Amigo empezó un proyecto con la idea de «grabar canciones y darle el sonido que teníamos en la cabeza, con quien estuviese allí [...] funcionando un poco como un colectivo». Así surgía Todo un Largo Verano que ahora, con una formación más estable, sigue manteniendo esa manera de trabajar; esa afinidad entre los músicos a la hora de interpretar las canciones es una de las (muchas) cosas que hace que la música de TLV sea brillante.
Es pop, es psicodelia; es música que podría ser la banda sonora ideal de una película de Rohmer o para leer El bello verano (Cesare Pavese, 1949). Su último trabajo discográfico, Esperando (Ferror Records, 2023), cierra la trilogía que abrían con Entre Anticiclones y Borrascas (2019), al que seguía Ciencia Ficción (2020), y «abre una nueva etapa que, a diferencia de estos últimos años donde el siguiente paso siempre estaba claro, parece un nuevo comienzo».
Foto © César Toimil
Alberto, ¿cómo vas desde «buscar la canción perfecta» en Quant a liderar Todo el Largo Verano?
Alberto Amigo: «Pues aquí seguimos, inmersos en esa búsqueda. Conocí a Óscar al mismo tiempo que empezaba con Todo el Largo Verano, y la colaboración fue mutua desde el primer momento».
Una de las singularidades de la banda es que su formación va cambiando de un trabajo a otro: «Todo el Largo Verano fueron en esta ocasión...». ¿Por qué esta filosofía?
Alberto: «La idea era (y sigue siendo) grabar canciones y darles el sonido que teníamos en cabeza, con quien estuviese allí en ese momento. Funcionando un poco a modo de colectivo.
Al principio nuestras capacidades instrumentales eran “limitadas”, por decirlo de alguna manera, y tirábamos de intuición; a quién se le ocurría un arreglo, lo grababa, si podía; si no, lo grababa quién fuese. Llegamos incluso a grabar alguna guitarra o timple a tres y cuatro manos.
Esa forma de trabajar no la perdimos del todo, aunque sí nos fuimos especializando y desarrollando ciertas habilidades técnicas».
Aun así, leemos nombres «constantes», como Carolina Rodríguez (voz, pandereta...), Luís Blanco y Joshua Iglesias (guitarras)... incluso la otra mitad de Quant, Óscar. ¿Qué aportan ellos al proyecto?
Alberto: «Actualmente creo que habrá que quitar ese “fueron en esta ocasión” y sustituirlo por “son”, pues parece que empezamos a tener una formación estable, y sobre todo especializada, desde que empezó esta segunda etapa de la banda.
A Luís (Tiquets, Kivanrey) lo conocí hace unos años en Pontedeume, en un proyecto en el que coincidimos. Desde entonces trabajamos juntos y participó como guitarrista en los tres últimos discos, al igual que Joshua (Ossobucco) a quien conozco desde los tiempos del instituto donde ya teníamos una banda juntos. Vive en Madrid, pero eso no le impide participar de forma activa.
Carolina (Faltriqueira) es mi pareja, panderetera y cantante; lleva desde el principio haciéndose cargo de las percusiones y voces. Yo me encargo del bajo, de las voces, sintes... y de la grabación y producción de las canciones, un poco como el director de la orquesta. Últimamente también contamos con Elisa Sardiña, violinista y cantante, quien ya había grabado con nosotros en el disco Entre anticiclones y borrascas.
Danny Abeledo nos echa una mano grabando teclados, aunque su trabajo va mucho más allá revisando arreglos (junto con Luís) y mezclas desde su estudio de grabación, los RRStudios, donde vamos siempre a terminar nuestros discos. César Toimil (Skyhooks) nos echó un par de manos y pies con las baterías y un ojo con las fotos promocionales.
Y, por supuesto, Óscar Quant. Llevamos casi 20 años dándonos la turra mutuamente con mezclas inacabadas, arreglos, intercambio de opiniones...».
Foto © Sara Amigo
Otra peculiaridad es el nombre del grupo. ¿De dónde viene ese Todo el Largo Verano?
Alberto: «Viene de “All Summer Long” una maravillosa canción (y disco) de mis adorados The Beach Boys. Una traducción mal hecha intencionadamente que nos remite a aquellos veranos eternos que ya solo existen en nuestras cabezas... y que ahora veo en mis hijas».
Del pop a la psicodelia hay infinidad de matices, ¿cómo definirías el sonido de Todo el Largo Verano?
Alberto: «César Prieto lo definió cómo: “pop clásico con armonías vocales, melodías adhesivas y arreglos cuidados, pero se inyectaron (en referencia al último disco) una dosis extra de energía”. ¡Yo lo compro!».
Pasando de estilos a influencias, ¿hay alguien en concreto, artista o grupo, a quién consideres referente, musicalmente hablando?
Alberto: «Antes mencionaba a los Beach Boys. Supongo que, junto con los Beatles, son el punto de partida; yo de niño flipaba con esos sonidos. Ya no tan niño flipaba con el sonido de los Flaming Lips. Todo esto a nivel instrumental y sobre todo de producción, que es la parte que siempre me resultó más interesante. Cómo hacer que algo suene de una manera concreta es algo que me apasiona.
Con respeto a los textos, siempre fue la parte menos natural para mí; nunca sentí la pulsión de escribir. Pero como me gusta cantar, pues no fue quedando otra que hacerlo. Lo cierto es que actualmente me siento más cómodo que antes en ese papel y me resulta más fácil. Creo que un referente fundamental en quien me fijé mucho al principio por cómo afrontaba sus letras fue Francisco Nixon; honestidad y sencillez para hablar de cotidianidad y costumbrismo con cierto toque de humor e ironía. ¡Genial!».
De vacaciones en Marmolinos (2009) es vuestro primer disco, «“pop de salón”, que decía uno», que llegaba después de tres maquetas. ¿Cuál diríais que fue el momento crucial de decidiros a grabar un larga duración?
Alberto: «Como consumidor de discos sigo escuchando la música así, en trozos de 40 minutos, 5 arriba, 5 abajo... Así que lo del larga duración fue el objetivo desde siempre. En el momento en que tuvimos canciones suficientes y un concepto, nos pusimos manos a la obra.
El concepto en ese disco consistía en una armonía recurrente: “Marmolinos”, que se repetía en diferentes momentos como sintonías intercaladas entre canciones, o incluso dentro de ellas, dando sensación de unidad a temas que realmente no tenían una temática común».
Un año más tarde publicabais el EP L’Editorial Bruguera des del Barri del Coll (2010), la banda sonora del documental sobre la Editorial Bruguera (Barcelona). ¿Cómo surgió y como recordáis ese encargo?
Alberto: «Sabrina Menéndez, la directora y guionista del documental, es amiga nuestra desde hace mucho tiempo. Le surgió la posibilidad de llevar a cabo el documental dentro de un proyecto de recuperación de la memoria de la Editorial Bruguera y nos llamó a nosotros para que nos encargásemos de la banda sonora.
Para mí, que me crie rodeado de cómics de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, etc., fue un proyecto apasionante. La idea era similar a lo que contaba antes sobre Marmolinos, hacer diferentes variaciones sobre una misma melodía. Finalmente hicimos dos: una como tema principal y otra para los créditos finales; aunque nuestra idea era hacer más, el tiempo se nos echó encima.
En cualquier caso, descubrimos que nos encanta trabajar por encargo».
El período entre 2011 y 2018 parece todo un largo invierno. ¿Por qué este parón? ¿Qué supuso ese barbecho musical?
Alberto: «En 2011 editamos el EP Nueva declaración de intenciones con cuatro temas que creo que, en cierto modo, adelantaban futuros caminos en cuanto al sonido del proyecto.
En 2012 sí que llegó el parón, que realmente no lo fue tanto. Por una parte, una reciente paternidad, que luego reenganchó con otra, me mantuvo bastante ocupado esos años. Por otra, pasé a formar parte del grupo Los Huéspedes Felices, con quien grabé un par de EPs y un LP. También aprovechamos el parón, Carolina y yo, para pasar a formar parte del coro ferrolano Concerto Tempo.
Para mí, que carezco de formación musical, ambas experiencias me resultaron muy provechosas. Estar tocando en una banda de rock con ensayos constantes durante cinco años, rodeado de buenos músicos, con estudio de grabación propio, fue una experiencia muy enriquecedora; igual que participar en un coro que trabaja con un equipo profesional con profesora de canto incluida. Mis aptitudes con el bajo y la voz se vieron alteradas (para bien, claro)».
Regresabais con Entre anticiclones y borrascas (Ferror Records, 2019), un disco conceptual en el que las canciones representaban dualidades: amor-desamor, sol-lluvia... ¿De dónde vino esta idea y como fue plasmarla en papel (y notas)?
Alberto: «Lo primero tengo que aclarar que en esos años nunca dejamos de pensar en Todo el Largo Verano como un proyecto activo.
Para 2013 ya teníamos un disco planificado que jamás llevamos a cabo por falta de tiempo; lo que pasó es que algunas de esas canciones terminaron en discos de Los Huéspedes Felices y otras pasaron a engrosar una lista con la que me encontré cuando por fin conseguí algo de tiempo y energía para retomar el proyecto. En esa lista de canciones estaba el grueso de lo que serían nuestros próximos discos. Otro problema que nos encontramos fue que los estándares en cuanto a calidad de sonido, después de grabar con Los Huéspedes Felices, aumentaron en cuanto a mi exigencia.
Así que, en total, tardamos tres años: desde que empezamos la grabación en 2016 hasta que la finalizamos en 2019, reaprendiendo todo de nuevo. Y me llevó también a tomar la decisión de empezar los estudios de Técnico de Sonido.
La inminente boda de un buen amigo en 2018, y un regalo que queríamos hacerle en forma de canción, nos terminó de poner las pilas y ese año publicamos un EP de tres canciones.
Para el año siguiente teníamos listo Entre anticiclones y borrascas, un disco partido en dos (¡qué bien funcionaría en vinilo!), que habla del amor y del desamor con un desarrollo narrativo donde las canciones van hablando de las diferentes fases de una relación amorosa: la euforia inicial, el enamoramiento, la costumbre, el hastío, el reproche... hasta su final, que es un nuevo principio».
En junio de 2020 —aquel junio en el que terminaba la última fase de la desescalada y empezaba la «nueva normalidad»— lanzabais Ciencia Ficción (Ferror Records, 2020), largo creado durante el confinamiento. La situación, un tanto distópica, ¿afectó de algún modo al proceso creativo de este trabajo en comparación con los anteriores creados, digamos, en libertad?
Alberto: «Aquello fue flipante. En todos los sentidos, claro. Pero es que solo pasaron seis meses entre el anterior disco y este y no fue algo planificado. Disponíamos de todo el tiempo del mundo y nos dedicábamos a grabar como si de una jornada laboral se tratase.
Óscar y yo empezamos a trabajar en canciones sin un objetivo concreto. Enseguida se unieron Luis, Joshua y Carolina y nos íbamos pasando las canciones y grabando cada uno sus partes desde sus casas. Como teníamos la cabeza volada con la situación, al principio las canciones trataban un poco sobre todo lo que estaba pasando, aunque después ya no.
De ahí salieron los discos Ciencia Ficción de TLV y Basado en hechos reales (Ferror Records, 2021) de Quant».
Formasteis parte del recopilatorio Andrés do Barro. Pop, Saudade e Memoria (Ferror Records, 2021) con “Pra che falar de amor” y “Amor, Amor”. Siendo ferrolanos y haciendo un pop que gravita alrededor de los 60 la conexión parece obvia... ¿Qué significó para vosotros poder participar en este (siempre merecido) homenaje?
Alberto: «Pues significó una nueva oportunidad para acercarnos y reivindicar una figura a la que admiramos. El tema “Pra che falar de amor” me parece una canción preciosa que me encantó grabar. Y en “Amor, Amor” tuvimos la oportunidad de “disfrazarnos” bajo otro nombre (Jacobo y Alberto) y afrontar el tema desde una perspectiva algo diferente a como solemos; además de trabajar con Jacobo Veiga, un amigo con quien tenía muchas ganas de hacer algo juntos».
Protexer, alertar e socorrer. Cantigas de Axuda (Ferror Records, 2022) es vuestro anterior disco; una colección de temas didácticos publicada en el marco del proyecto “Escolas Seguras” para escolares de infantil y primaria. ¿Cómo fue a componer para el público infantil?
Alberto: «Ese fue un proyecto muy bonito que, por desgracia, no llegó a materializarse en nada concreto más allá de los cuatro temas publicados.
Se suponía que esos temas acompañarían a cuatro unidades didácticas diferentes sobre protocolos de actuación en los colegios ante un peligro, un incendio, instrucciones para hacer una RCP y los protocolos de actuación ante la COVID (hoy obsoletos). Ya estaba todo hecho —canciones, unidades didácticas, dos o tres videoclips —en uno de ellos con nosotros tocando en el Parque de Bomberos— incluso llegaron a presentar el proyecto en la Universidad para la prensa y los niños de los vídeos. Y después... nada. Una lástima.
Componer para un público infantil nos impuso mucho. Respecto a eso hablamos bastante con Luis Paadín, el ilustrador, y con Carolina, que es maestra. Al final, la conclusión a la que llegamos es que concesiones cero, tanto en lo musical cono en el lenguaje empleado. Estas canciones podrían formar parte de cualquier disco de TLV. La música para niños no existe».
Foto © César Toimil
Estáis presentando Esperando (Ferror Records, 2023), vuestro disco más reciente que fue publicado, justo, un día después de empezar el verano 2023. ¿Cómo se fue desarrollando el álbum? ¿Qué hay detrás de esta «espera»?
Alberto: «Hay un conjunto de canciones que cierran de alguna manera una etapa; hablan sobre la espera y sobre esperanza. En cierto modo fue la sensación que quedó después de recobrar la normalidad... una serie de anhelos que puede que se cumpliesen o que no.
El título también hace referencia a una espera real sobre el propio disco, pues tenía que haber salido un año antes, pero a causa de un pequeño accidente doméstico hubo que retrasar su grabación.
Cierra una trilogía y termina con esa lista de canciones que, como decía, fui acumulando estos años. No todas son viejas, otras son nuevecitas de todo, como es el caso de “Esperando por ti” o “Tu castillo de cristal”. Por el contrario, “Eres imposible” y “La misma canción” fueron candidatas en su día para Anticiclón y Borrasca respectivamente.
También cierran mi formación como técnico de son, que además me brindó la oportunidad de pasar casi tres meses de prácticas en RRStudios con Danny Abeledo y con Melo García mezclando el disco, entre otros interesantes proyectos, que fueron un regalo.
Y abre una nueva etapa que, a diferencia de estos últimos años donde el siguiente paso siempre estaba claro, parece un nuevo comienzo».
En Bandcamp lo presentáis con unos versos de Reticências... (1986-1989) (1990) de Ricardo Carvalho Calero, que hacen alusión tanto al regreso como a la espera. ¿Qué significado, o relación, tienen con el álbum?
Alberto: «En contraposición con el disco anterior, Ciencia Ficción, que desde el encierro de la COVID miraba hacia el exterior y soñaba, este hace lo contrario y mira hacia aquí, hacia el sitio dónde estamos ahora, en nuestro caso Ferrol, y mira la realidad.
Carvalho Calero, también ferrolano, tuvo por fin sus Letras Gallegas en plena pandemia y no consiguió la repercusión que debería. Como habíamos hecho en Ciencia Ficción con un pasaje de Isaac Asimov que hablaba de un mundo distópico, en esta ocasión acogemos esta cita de Carvalho Calero y la pusimos en la contraportada del disco y también en el Bandcamp para ilustrar el sentimiento de este disco. Valga como pequeño homenaje».
Excepto un par de temas, el resto son de tu autoría. ¿Cómo fue su proceso creativo? ¿Surgieron primero las letras y luego compusiste la música sobre ellas? ¿Al revés? O, como buen gallego, ¿depende?
Alberto: «Generalmente el proceso es siempre el mismo: yo le tarareo a la grabadora del móvil las cosas que se me van ocurriendo y el 0’1% más o menos de ese horror de gruñidos, aullidos y pseudobeatbox acaba transformándose en canción tras un proceso de descifre, armonización composición de las partes. Lo último siempre es la letra. Hay canciones listas, con los arreglos y todo, que pueden tardar años hasta que tienen letra».
¿En qué, o quién, están inspirados?
Alberto: «Sobre todo hablan de experiencias que me ocurrieron o que son cercanas a mí de alguna manera, en mayor o menor grado de veracidad».
¿Cuándo compones ya tienes en la cabeza cuál será el elenco de músicos de esa formación mutante que es Todo el Largo Verano?
Alberto: «¡Ahora ya sí!».
Foto © César Toimil
Uno de los temas es una versión, “¡Espera, que quiero hablarte!” original de vuestros paisanos Los Sprinters, también banda habitual durante bastante tiempo de Andrés do Barro. No es vuestra primera versión (Do Barro, Los Brincos, The Beach Boys... ¡hasta un tema recogido por Alan Lomax!). ¿Cómo es el proceso de llevar un tema ajeno a vuestro terreno?
Alberto: «A la versión de los Sprinters en concreto teníamos muchas ganas de hincarle el diente. Es un temazo impresionante y la banda nunca fue reivindicada debidamente. El contexto del disco Esperando, con esa idea de mirar hacia aquí, nos pareció la oportunidad perfecta.
Con respeto al proceso de hacer versiones, lo encaramos con posicionamientos diferentes según el tema. Siempre con el máximo respeto y con intención de aportarle algo nuestro, aunque pienso que es más lo que nos aportan ellas a nosotros.
Cuando hicimos “God Only Knows” (“(Non sei) que faría sen ti”), el proceso fue muy interesante ya que, a partir de las pistas de la música por una parte y de las voces por otra, fuimos tratando de descifrar todos y cada uno de los arreglos del tema y grabándolos nosotros de nuevo. Pero donde ahí había un piano, nosotros me los grababa una guitarra, y así con todo. Aprendemos muchas cosas que luego usamos. En temas como “A la luna” o “Si no estás” hay armonías vocales que tienen inspiración directa en ese tema».
El LP se presenta con una peculiar portada, obra de LuísPaadín, en la que se observa la representación gráfica de la espera por antonomasia: un ticket de charcutería/pescadería/carnicería... ¿de dónde vino esta idea?
Alberto: «Luis Paadín tiene unas ideas increíbles; tiene una gran capacidad para asimilar y asociar ideas y sus ilustraciones siempre me sorprenden. Consigue que todo parezca sencillo, sin serlo en absoluto. Hizo el arte de (prácticamente) toda la discografía de ChinChin Records entre muchas cosas más.
Siempre bromeo diciendo que yo hago canciones para poder ver la ilustración que hará Luis».
LuísPaadín (o La Corporación) es también uno de los nombres recurrentes asociados a Todo el Largo Verano, en este caso aparte gráfica. ¿Por qué él? ¿Cómo es trabajar con Paadín?
Alberto: «Somos muy amigos desde hace muchos años, antes de esto ya teníamos proyectos juntos y no entiendo Todo el Largo Verano sin sus portadas e ilustraciones. Mucha clase y elegancia».
Una curiosidad. En vuestro Bandcamp los títulos de algunos de los discos aparecen conformando una única oración con el nombre del grupo (Todo el Largo Verano Esperando, Todo el Largo Verano Entre Anticiclones y Borrascas, etc.), ¡pero solo aparecen así en Bandcamp! ¿Por qué?
Alberto: «Todo el Largo Verano de Vacaciones en Marmolinos...
Me hace gracia integrar el nombre del grupo en el título del disco y hacer que formen frases. Supongo que para remarcar su supuesta conceptualización. El único disco (largo) que no lo hace es Ciencia Ficción.
Es así en Bandcamp y en los discos físicos... En las plataformas digitales ya me pierdo un poco más y no tengo tanto control de cómo se muestran las cosas».
Foto © Kike Quijano
Estáis presentando Esperando en directo, aunque TLV «es un proyecto mayoritariamente de estudio», ¿cómo está siendo la experiencia de tocar canciones que nunca antes habíais tocado delante de público junto con estas nuevas?
Alberto: «Cuando conocí a Luís Blanco y empezamos a trabajar juntos me remarcó la importancia que tenía para él tocar en directo. Un poco por matar al tiempo empezamos a quedar para ensayar temas suyos y de TLV en acústico los dos solos. Como el resultado no estaba mal, tocamos un par de veces por ahí y se ve que le cogimos afición.
Este verano se unieron a nosotros Elisa y Carolina y dimos un par de conciertos, también acústicos, donde tocamos temas que nunca habíamos tocado en todos estos años. Fue muy emocionante y nos lo pasamos muy bien.
Ahora estamos ensayando con Camilo Fraga (Lunamotos) a la batería para ver si este otoño-invierno podemos presentar por fin el nuevo disco (y los anteriores), ¡con banda completa y en riguroso eléctrico! Por fin».
Varios de vuestros álbumes los publicasteis con Ferror Records, destacada (y admirada) discográfica local. ¿Qué tal está siendo la experiencia?
Alberto: «Cuando retomamos el proyecto TLV con el EP Vámonos Juntos en 2018, llamamos a Fernando y a Serxio de Ferror Records para enseñárselo; cinco minutos después teníamos sello, hasta el día de hoy.
Los sellos no están pasando por su mejor momento, con la venta de discos relegadas prácticamente a las caras, lentas y minúsculas ediciones en vinilo, así que su labor como aglutinador y altavoz de la escena local es imprescindible».
Al hilo, y ya que nombramos Ferrol, aunque indirectamente, ¿qué tenéis que decir de la escena de la ciudad?
Alberto: «Pues siempre fue un hervidero de bandas. No soy de los que piensa que más que en otras ciudades, pero lo cierto es que en Ferrol hay mucho movimiento. Los denostados locales de ensayo municipales, las salas como La Room, Ruido (antes Súper 8), los sellos como Ferror Records, CGTH, o la apertura hace unos años de los RRStudios, contribuyen a la salud de la escena local.
Último descubrimiento: Pablo Leira».
Con casi dos décadas de trayectoria de este proyecto, ¿cómo ves la evolución de Todo el Largo Verano?
Alberto: «A mí me gusta pensar que no hay evolución, que estamos exactamente en el mismo punto donde habíamos empezado, aunque ya sé que me engaño. Creo que mucho de lo que quería hacer y contar ya lo hice, así que no tengo ni idea de por dónde tenemos que tirar ahora.
Hace tiempo que tengo en mente hacer un disco completamente instrumental... así que igual ahora es el momento».
En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?
Alberto: «Yo tengo debilidad por Ataque Escampe. Y también por Malandrómeda. ¡Lo que están haciendo juntos es la hostia!».
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Alberto: «[Risas]. ¡Venga! Hoy: Quincy Jones, The Lemon Pipers, Fleet Floxes, Jesus Christ Superstar, Graham Parker, Detergente Líquido, Cat Stevens, Copa Turbo, The Lemon Twigs... Aunque lo cierto es que llevo todo el verano escuchando en bucle el último disco de Blur».