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AMOEBA SPLIT: «SOMOS INEXPERTOS POR NATURALEZA ¡ASÍ QUE ES OBLIGATORIO EXPERIMENTAR!»

AMOEBA SPLIT: «SOMOS INEXPERTOS POR NATURALEZA ¡ASÍ QUE ES OBLIGATORIO EXPERIMENTAR!»
17 AUGUST 2020

Hablar de un jazz-rock progresivo propio del Sonido Canterbury de los 70 hecho en A Coruña en el siglo XXI puede sonar paradójico, pero es un hecho con nombre propio, Amoeba Split. Creado en 2001, nace como un proyecto musical basado en el rock sinfónico y progresivo, fusionando jazz y rock con guiños a la psicodelia. Casi dos décadas después, entre reediciones, originales, vinilos o digipacks, la banda cuenta con cinco referencias en el mercado —la última de ellas, Second Split CD Reissue with Bonus Track (2020), lanzada el pasado junio— una discografía que, junto con sus directos, los ha llevado a listas internacionales, siempre con el respaldo de la crítica profesional y gran acogida por parte del público.

 

 

 

¿Por qué elegisteis llamaros Amoeba Split? ¿Cómo se relaciona ese nombre con vuestro trabajo o con vuestra manera de hacer música?

Alberto Villarroya: La elección de llamarnos Amoeba Split fue puramente casual, fruto de la necesidad de contar con un nombre al formarse el grupo. Sin embargo, sí es cierto que, una vez elegido el nombre, este puede relacionarse en cierto modo con nuestra musica, en el sentido de que es muy cambiante, igual que se divide una ameba cuando se reproduce.

 

El rock progresivo tuvo su apogeo en los 70 y, a pesar de su imponente influencia posterior, es un género que hoy tiene formas bien diferentes a las de entonces (y ya de aquella era bastante plural). ¿Cómo le explicaríais a un millennial qué es el rock progresivo? ¿Hay alguna banda o músico en particular de aquella época en el que os inspiréis especialmente? ¿Y de la actual?

Alberto: Es complejo definir con exactitud lo que es el rock progresivo, de hecho, no hay una única definición al respecto. Para que se entienda de una forma sencilla, podríamos decir que es un subgénero de la música rock con un cierto afán vanguardista que trata de superar las estructuras clásicas del rock, incorporando elementos tomados de la música clásica o el jazz y apostando por progresiones armónicas sofisticadas o patrones instrumentales intricados. Sea cual sea la definición, lo cierto es que no deja de ser una etiqueta que desde hace tiempo no tiene demasiado sentido, ya que comprende subestilos y grupos tremendamente dispares entre sí.

En cualquier caso, de entre los grupos clásicos del rock progresivos hay referentes indiscutibles para mí como King Crimson, Pink Floyd, Gentle Giant o Van der Graaf Generator, pero también en la actualidad me interesan bandas como Wobbler, Dungen ou Deloreans. El abanico es muy amplio y las diferencias que ofrece el género por países es grande. Aún así, como siempre decimos, nuestras influencias no se circunscriben solo al rock progresivo, en absoluto; bebemos de muchas otras fuentes y no nos ceñimos a un estilo en particular.

Ricardo Castro: En primer lugar, yo aclararía que las etiquetas responden a la necesidad humana de clasificar para ordenar el conocimiento, de cualquier tipo, y facilitar la comunicación verbal, pero esas etiquetas normalmente no están presentes en el marco mental de los creadores. Entonces, aceptando ese marco de las etiquetas, podríamos resumir que a partir de un determinado momento histórico la etiqueta 'rock progresivo' responde a la mezcla sobre una base rock de otros estilos más complejos (jazz y clásica fundamentalmente), para crear unas composiciones que evolucionan en doble vertiente, en relación a formas de composición anteriores del rock, y evolucionan también dentro de la propia composición.

Después de ver la cara del millennial podría plantearme abordar la explicación de otro modo. Quizás pensamos en Soft Machine, King Crimson o Van der Graaf, pero me parece que objetivamente en el resultado final a quien más nos parecemos es a Caravan. Pero no es voluntario o consciente, simplemente implementamos las influencias externas al rock de forma muy similar y, en consecuencia, acabamos haciendo estructuras similares, desarrollos similares y sonoridades similares.

 

 

Se os relaciona a menudo con el Sonido Canterbury, tal vez el sonido más cercano al jazz del rock progresivo. ¿Qué papel tiene el jazz y la improvisación en vuestra música? ¿Y la experimentación?

Alberto: En efecto, se nos relaciona muchísimo con el Sonido Canterbury, muy propio de bandas de dicha región inglesa que en los 70 practicaban un tipo de música que amalgamaba la psicodelia y el jazz británico. En ese movimiento estaban encuadrados grupos como Soft Machine, Caravan, Hatfield & The North o National Health, bandas que tuvieron una influencia decisiva en nuestro sonido, como cualquiera podrá apreciar.

Respecto a nuestra vertiente jazz, es otro de los factores que cumplen un papel decisivo en lo que hacemos, porque además está emparentado con la experimentación y la improvisación, terrenos en los que sentimos muy cómodos. Tanto es así que una buena parte de nuestro último concierto celebrado en el Jazz Filloa de A Coruña en diciembre de 2019 lo dedicamos la una extensa improvisación libre basada en el libro Rebelión en la Granja de George Orwell. El resultado fue magnífico e incluso nos planteamos publicar la grabación que hicimos del evento.

Ricardo: Está claro que el Sonido Canterbury se caracteriza por cómo se imbrica el ritmo jazzístico dentro de las composiciones. En nuestro caso, las influencias del jazz hacen una una función rítmica muy similar, porque a nivel de estructuras somos muy diferentes a las estructuras estándar del jazz. En el aspecto estructural de las composiciones, pienso que hay más influencia de la música clásica, o de una concepción progresiva de las composiciones. Al respecto de la experimentación, somos inexpertos por naturaleza, ¡así que es obligatorio experimentar!

 

 

Con el lanzamiento de vuestro disco debut, Dance of the goodbyes(2010), no pudisteis tener mejor resultado: se agotaron sus primera y segunda edición, fue nombrado Mejor Disco Debut de Rock Progresivo 2010 y solo recibisteis halagos por parte de la crítica internacional. ¿Os cogió de sorpresa? ¿Afectó de algún modo esta gran acogida a vuestra forma de trabajar, de componer? ¿Pesa la responsabilidad después de un inicio así?

Alberto: Nuestro primer disco fue muy bien valorado desde el mismo momento en que se publicó, ya no solo porque se agotó en todos los formatos en que lo editamos, sino también porque la positiva valoración de la crítica fue unánime en todo el mundo; puede parecer pretenciosa esta expresión, pero es la verdad. La mejor prueba es que, aun a día de hoy, Dance of the goodbyes está considerado como uno de los mejores discos debut de 2010 por la web Prog Archives, referencia en el género. La consecuencia inmediata fue nuestra participación en 2011 en el Finisterrae Prog Festival de A Coruña, donde compartimos cartel con Al DiMeola, Jan Akkerman (Focus) y Neal Morse, un momento realmente importante para nosotros.

Después nos pusimos a trabajar en un nuevo disco, pero sin ninguna presión, ya que sabíamos que no íbamos a repetir los mismos esquemas ni el mismo tipo de obra, por lo que ya no se daría ningún tipo de comparación posible. Sin embargo, no debemos negar que la responsabilidad y la presión de sacar otro disco a la altura del primero sí existió, aunque creo que salimos airosos de la prueba.

Ricardo: Siempre deseas que a la gente le guste la música que haces, pero nunca trabajamos pensando en eso; lo hacemos pensando en que nos guste a nosotros. De hecho, aunque llevemos mucho trabajo acumulado en un tema, volvemos a hacer y rehacer con mucha frecuencia, y podemos descartar elementos que ya estaban muy trabajados porque finalmente no nos convencen. La responsabilidad la percibimos como tratar de hacerlo lo mejor posible y que nos guste, no pensamos en lo que le gusta a la gente, ni en a cuánta gente le gusta. Pero lo que también es cierto es que si haces algo trabajado a conciencia que a ti te gusta, siempre habrá personas con una sensibilidad similar a la tuya que lo apreciarán, y esas personas están desparramadas por el mundo.

 

En él encontramos elaborados desarrollos instrumentales en temas largos con varias secciones como en el rock progresivo clásico. ¿Cómo es el proceso de elaborar temas así, como ‘Flight to Nowhere’ de más de veinte minutos? ¿Se parte de una sección y se desarrolla, de varias que luego se conectan?

Alberto: El proceso de composición de temas con largos desarrollos como ‘Flight to Nowhere’ es complejo, aunque en nuestro caso tampoco se diferencia tanto de otros temas con menor duración. Hay mucha planificación, pero también mucho azar que viene de los ensayos, porque ahí surgen ideas o arreglos que modifican completamente el orden de una partitura. En mi experiencia, de forma habitual las secciones iniciales que uno estima como inamovibles se transforman tanto que a veces no tienen nada que ver con lo que de antemano se piensa que va a funcionar, y ahí está el bonito del proceso.

Como reflexión, al hilo de la pregunta, creo que al final un compositor tiene mucho menos control sobre su obra del que realmente se piensa, precisamente por ese motivo. Constatar eso debería contribuir a quitarle un poco la mística que se le atribuye por alguna gente a los compositores, considerados a veces como tocados por una virtud semidivina que no es tal.

Ricardo: La creación de ‘Flight to Nowhere’ fue un proceso largo, de años, con muchas secciones que se van añadiendo, eliminando, modificando...

 

 

Y luego está ‘Qwerty’ que dura 49 segundos... ¿Cómo fue eso?

Alberto: ‘Qwerty’ fue un breve instrumental que surgió durante los ensayos del primero disco con pretensión de ser un tema con un mayor desarrollo, pero vimos que funcionaba perfectamente de forma autónoma, sin más añadidos, y así quedó. A veces, tratar de forzar las cosas cuando el resultado inmediato es óptimo no tiene sentido, lo que pasa es que hay que tener el suficiente criterio para saber parar a tiempo, lo cual no siempre se consigue.

Aun así, es curioso porque, años después, en 2014, grabamos una versión más extensa del tema, llamada ‘Qwerty Revisited’, como extra para la reedición en CD de Dance of the goodbyes y, aunque creíamos que era un tema sin mucho margen de mejora, los nuevos arreglos que incluimos de viento le dieron otra dimensión, tremendamente interesante.

Ricardo: ‘Qwerty’ es una melodía de Alberto que me parece genial, en menos de un minuto: introducción, exposición del tema con su variación, entrada al puente, puente, salida del puente, reexposición del tema con su variación, remate final. ¡Para mí el mejor tema de Amoeba Split!

 

 

Hablando de críticas internacionales, vuestra carrera se podría describir con aquello de que ‘nadie es profeta en su tierra’; escuchamos con frecuencia que tenéis mejor acogida fuera de Galicia que dentro de ella. ¿A qué creéis que es debido? ¿Sigue siendo así?

Alberto: Ciertamente es llamativo que, a pesar de ser muy reconocidos fuera de Galicia, en nuestra propia tierra pasamos prácticamente desapercibidos, ya no solo por el casi inexistente apoyo que recibimos de los medios de comunicación, sino también a la hora de participar en festivales o conciertos en Galicia. Sin duda, eso se debe a que aquí aun no tenemos demasiada tradición en abrazar determinados estilos musicales un poco más ‘exigentes’ del normal, y así ciertas propuestas musicales se evitan. Es muy curioso que se apoyen sin fisuras las músicas tradicionales independientemente de su calidad, pero que otras músicas hechas por músicos gallegos no tengan repercusión alguna.

Paradójicamente, tuvimos la oportunidad de tocar en el Festival de Jazz de la Universidad de Málaga en 2018, pero no de actuar ni a 20 kilómetros de casa. Por poner otro ejemplo, el año pasado fuimos preseleccionados para participar en el Festival de Jazz de Montreux 2020, que finalmente se canceló por la pandemia, pero por otro lado, a lo largo del año en ningún momento se contó con nosotros para ningún evento musical celebrado en Galicia. Por tanto, no es obviamente un problema de falta de calidad musical, sino de que propuestas como la nuestra directamente no se consideran, es como si no existiéramos.

Ricardo: Pienso que es simplemente que la gente a la que le gusta la música de Amoeba Split está esparcida por el planeta; nada más.

 

Second Split (Azafrán Media, 2016) fue vuestro segundo trabajo. Además de que este es un disco ya plenamente instrumental (ya no escuchamos la voz de María Toro), ¿qué diferencias encontráis con el primero?

Alberto: La diferencia más obvia es que Second Split es un disco totalmente instrumental, pero sobre todo es un disco mucho más maduro que el primero. Dance of the goodbyes fue un disco iniciático, con muchos aciertos, pero también con varios errores propios de la inexperiencia, de querer decir muchas cosas y de golpe, sin filtro. En principio eso en sí no es malo, pero a cambio supone exponerte demasiado en un momento en el que, al contrario, conviene dosificar al máximo lo que dices y cómo lo dices. Además, en Second Split la paleta sonora es mucho mayor; incluimos desde vibráfono hasta cuarteto de cuerdas, pasando por todo tipo de percusiones y mismo una sección de vientos completa. Eso favoreció que la naturalidad y la fluidez del discurso musical fuera más amplia.

Ricardo: Second split es más bailable.

 

 

Por cierto, ¿cómo acaba un grupo gallego siendo distribuido internacionalmente por un sello mexicano, Azafrán Media?

Alberto: Con el sello Azafrán Media contactamos gracias a Juanjo Salas, que acudió hasta A Coruña para presenciar el Finisterrae Prog Festival en 2011, y allí nos propuso reeditar Dance of the goodbyes en CD, que acompañamos con un tema extra. Esa colaboración nos permitió difundir nuestra música al público latinoamericano, y eso nos proporcionó un mayor seguimiento. Además, Azafrán Media colabora con el sello francés Musea Records, lo que nos garantizó la distribución del disco en Europa por una casa muy prestigiosa y especializada. Más tarde, en 2016, Azafrán Media también editó nuestro segundo CD Second Split, apostando decididamente por nuestra música de nuevo.

 

Directo Mardigras ’16 (Discos Pat, 2017) marca vuestra tercera referencia, un digipack que recoge el directo en la mítica sala de vuestra ciudad natal, que un par de años después, incluís en A Tiempo: Una Retrospectiva 2016-2018(2019), esta vez en DVD. El concierto fue grabado, pero la idea inicial no era publicarlo. ¿Cómo es que acabó convertido en disco? ¿Qué hizo tan especial esa actuación? ¿Cómo describiríais vuestros directos, especialmente ese tradicional reencuentro anual encima del escenario?

Alberto: Las dos referencias citadas fueron a decir verdad iniciativa de Francisco Macías —experto malagueño en rock progresivo y dueño del sello Discos Pat— que nos propuso editar hace años nuestros últimos directos en tiradas muy limitadas a modo de bootlegs, es decir, como si fueran ediciones piratas a la vieja usanza, pero controladas por el propio grupo. Lo cierto es que nunca se nos ocurrió editar ninguno de los dos CDs, de hecho, consideramos que están al margen de nuestra producción oficial, pero también hay que reconocer que mucha gente los demandaba porque quería escuchar al grupo en directo de alguna forma. Los motivos eran dos: uno, la escasez de nuestras actuaciones en directo, y dos, que raramente tocamos fuera de Galicia. Editar esos discos vino a dar respuesta a esas inquietudes y, además, nos permitió casualmente registrar unas actuaciones con muchísima fuerza e intensidad, muy especiales, que dan una imagen bastante fiable de lo que somos Amoeba Split en directo.

 

 

El pasado junio sorprendisteis con una reedición, Second Split CD Reissue with Bonus Track (2020), con un tema adicional que no estaba en la primera edición. ¿Podéis hablarnos un poco de ese nuevo tema y de esta nueva edición?

Alberto: Efectivamente acabamos de reeditar Second Split ante la gran demanda que había del disco en formato CD, porque la primera edición se agotó con relativa rapidez. Confiamos esta reedición a la discográfica áMARXE, un sello con nombre gallego y radicado en Lugo que surge de la experiencia de Marxe Records, un proyecto editorial que empezó como revista especializada dedicada a las músicas innovadoras a principios de los 90 y que, paulatinamente, se convirtió en distribuidora y productora discográfica.

También aprovechamos para incorporar un tema extra inédito ‘News from Karelia’, grabado en las mismas sesiones de Second Split, pero mezclado recientemente. La idea era guardarlo para el próximo disco, pero probablemente publicarlo ahora sea mejor idea para así no condicionar el discurso musical del siguiente trabajo.

 

¿Cuál es la situación actual de la formación? ¿Estáis aun cambiando de forma... siguiendo la definición propia de ameba?

Alberto: La formación actual de Amoeba Split sigue siendo la misma que en el último disco, aunque, por supuesto, estamos abiertos a las incorporaciones o colaboraciones que sean necesarias. En nuestro caso, el problema sigue siendo que algunos de los músicos estamos esparcidos por diversas comunidades autónomas y eso complica los ensayos, grabaciones o la celebración de conciertos, sin olvidar la dificultad añadida de que estamos hablando de una música que es ya de por sí muy compleja.

Ricardo: A veces puede cambiar un poco la apariencia, pero pienso que hay una esencia 'Amoeba Split' que permanece en los trabajos y en los directos.

 

Tras el estado de emergencia sanitaria, ¿cambió alguno de vuestros planes en cuanto a actuaciones en directo o discos? ¿Estáis barajando fechas para volver a los estudios de grabación? De ser así, y sin spoilers, ¿qué podemos esperar de un próximo trabajo?

Alberto: Nuestro ritmo de trabajo es lento, no solo por motivos profesionales sino también porque la autoexigencia es grande, por lo tanto, el confinamiento alteró más bien poco nuestros planes musicales. Lo que sí es cierto es que, de cara a registrar nuevos temas, los estudios de grabación ahora no son tan accesibles como antes de la pandemia, y eso es un inconveniente ya que tenemos ganas de volver a hacer un tercer trabajo cuanto antes, ya toca.

Acerca de lo que se puede esperar de cara a un tercer trabajo es toda una incógnita, incluso para nosotros; probablemente lo mejor es no tener ideas preconcebidas para sorprendernos a nosotros mismos. El único seguro es que será un trabajo sin concesiones y honesto, como los dos anteriores.

 

En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendaríais? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?

Alberto: En Galicia hay muchísima calidad musical y sobre todo una tremenda diversidad. Quizás la música progresiva o vanguardista en la actualidad no esté teniendo el recorrido suficiente porque aun son escasos los grupos que apuestas por ese camino, pero históricamente ya hubo artistas gallegos que ahora son referencia del género fuera de nuestras fronteras (NHU, Outeiro, Kozmic Muffin, etc); es decir, hay bagaje y tradición propia suficiente dentro del estilo. Si tuviera que poner diversos ejemplos actuales gallegos, Sumrrá, Comando Radar, MØURΔ o Juzz serían nombres a tener muy en cuenta.

Ricardo: Yo siempre hago la misma recomendación porque me parece fascinante el trabajo de Sumrrá. De otra gente que hace música aquí también recomendaría por diferentes motivos, los trabajos de Germán Díaz, de Baldo Martínez, de Xabier Díaz, de SÉS y de Félix Arias.

 

Si abriésemos vuestra cuenta de Spotify, ¿qué escucharíamos? 100% Sinceridade – 0% Vergoña.

Alberto: Nuestra cuenta de Spotify como grupo no existe, pero a nivel particular obviamente tengo de todo, desde Lemon Twigs hasta Sergio Mendes, pasando por Satie, Les Luthiers, Carla Bley, Henry Cow o Elvis Presley... la variedad es muy grande, como no podría ser de otra manera.

Ricardo: Yo no tengo Spotify ni similar, pero puedo confesar que habitualmente escucho una mezcla de jazz, rock, clásica, contemporánea, folk... últimamente fueron Wayne Shorter, Keith Jarrett, John Coltrane, McCoy Tyner, Sun Ra, John Zorn, Rory Gallagher, The Byrds, Eric Burdon, Béla Bartók, Bruckner, Bach, John Cage, Ligeti, Milladoiro... todo bastante antiguo, podríamos decir. En los últimos años puedo escuchar con frecuencia a Brad Mehldau, Sumrrá, María Toro, SÉS o Félix Arias.

 

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