LOIROS: «EN EL PROCESO CREATIVO, LO QUE PERFILA EL PRODUCTO FINAL SON LAS RENUNCIAS O LAS ELECCIONES»

Loiros nacía hace siete años como un puente entre la psicodelia y el rock alternativo de la década de los noventa visto desde una perspectiva jazzística. El cuarteto empezaba así a crear un paisaje sonoro único donde el oyente pasaba por diferentes estados emocionales gracias a un sonido crudo ejecutado con delicadeza, cargado de arreglos cuidados y melodías vocales tratadas con cariño. Hoy mantienen esa influencia del jazz instrumental pero en menor medida, la banda sigue construyendo un imaginario sonoro alrededor de influencias posrock, shoegaze, grunge, con un «matiz onírico, paisajístico, intimista...».
Héctor Agulla (batería), Virxilio Silva (voz, guitarra), Feliz Barth (voz, bajo) y Wilfried Wilde (guitarra) son Loiros y, tras la publicación de un EP y un largo, lanzan ahora Back from the Edge (2023), un álbum en el que las canciones están «cuidadosa y amorosamente compuestas, ejecutadas y grabadas», que la banda espera sean escuchadas del mismo modo.
Dos gallegos, un alemán y un francés entran en un bar y... ¿cómo surge Loiros?
Héctor Agulla: «Llevaba un tiempo pensando en armar un proyecto con mi propia música y, en verano del 2016, le comenté la idea a Virxilio.
Comenzamos a darle forma a las canciones y a la hora de completar la formación pensamos en amigos que tuviesen un enfoque parecido al nuestro y que se quisiesen comprometer. Se lo propusimos a Wil, que entonces vivía en las Rías Baixas, y a Felix, que lo conocimos en Ámsterdam, y resultó muy bien. Tanto, que aquí seguimos».
Además de «hippie friendly music, gluten free», ¿cómo describiríais vosotros el sonido de Loiros? ¿Y su evolución hasta llegar a él?
Héctor: «Como soy bastante fan de inventarme etiquetas, el otro día se me ocurrió decir que hacíamos dream grunge. No sé si alguien más compartirá esto, pero a mí me encanta creer que nuestras canciones tienen un matiz onírico. También paisajístico, intimista y algo lisérgico, aunque cada vez menos.
Al principio la influencia del jazz instrumental era mucho mayor; la ausencia de letra, las estructuras de las canciones, los momentos para la improvisación... La intención era la de hacer pseudojazz permeable a otras músicas que nos molan: posrock, shoegaze, grunge, etc. Cuando compusimos “Rebirthmark” —la primera canción propiamente dicho, con su letra y su estribillo— tuvimos clarísimo que esa era a dirección que queríamos tomar; fue un momento bastante espectacular».
Decís que ese sonido es fruto del imaginario musical de cada uno de los componentes del grupo... ¿cuál es, a grandes rasgos, el imaginario que aporta cada uno?
Héctor: «Es difícil de definir. Cada uno de nosotros estuvo, y sigue estando, expuesto a un montón de música y situaciones musicales y extramusicales muy diferentes.
Sigue siendo muy sorprendente para los otros cuando alguno de nosotros viene con una idea nueva. Un arreglo, una melodía, algún cambio sutil... Seguir disfrutando de esa frescura cuando ya tienes una trayectoria es muy de agradecer».
Si os preguntamos por influencias, ¿a quién señalaríais? ¿Quién tuvo, o tiene, particular impacto en vuestro modo de componer, y entender, la música?
Héctor: «Más que bandas concretas, hay algunas de esas situaciones musicales de las que hablaba antes que crean un gran impacto en ti y, una vez interiorizadas, cristalizan y terminan por influirte de algún modo. Puede ser un repertorio que solamente tocaste una vez, un disco que escuchaste muchísimo de adolescente o un concierto de un grupo que no conocías.
Por poner algunos ejemplos, a mí me influyó muchísimo la música de mis amigos Iago Fernández y Wilfried Wilde (guitarrista de Loiros) con sus proyectos en solitario. Compartir banda durante quince años con una personalidad musical tan potente como Rubén Fernández en Why Go también fue determinante en mi percepción de la música (y de la vida).
Por supuesto que hay ciertas bandas reconocibles en nuestra música: Jeff Buckley, Radiohead, Oceansize, Deftones... pero el hecho de que nos expresemos utilizando códigos, lenguaje y estética propias del rock no significa que nuestras influencias vengan solamente de ahí. Son tan importantes los grupos que citaba antes como lo son Satie, Adrianne Lenker o Brad Mehldau, por citar algunos».
Un par de años después de vuestra creación llegaba Arp (2018), un primer trabajo que recoge tres cortes grabados en directo. Dos son instrumentales con una tendencia al jazz más clara, uno de ellos se titula precisamente “O noso son”. ¿Fue una especie de declaración de principios?
Héctor: «Pretendía serlo, sí. Fue la primera canción que terminamos y con la que solíamos comenzar los conciertos. En realidad, el título hace referencia a la Isla de Ons; musicalicé un poema que había escrito unos meses antes sobre determinados recuerdos que tengo de ese espacio tan mágico. Está dividida en tres partes: tierra, mar y aire».
El tercer tema es “Rebirthmark”, que consiguió el premio de la Diputación de Pontevedra al Mejor Trabajo Musical en 2018. Su letra está basada en el poema Love After Love (Derek Walcott, 1986), ¿por qué estos versos en concreto? ¿Qué significan para vosotros y por qué decidisteis cogerlos como inspiración para esta pieza?
Héctor: «La letra está basada en la idea que me transmitió ese poema, sin coger ningún verso en concreto. En esa época se me dio por traducir a Walcott al gallego porque no encontraba nada de él en nuestra lengua; me encontré con este poema y me causó una enorme impresión. Esa sensación que todas vivimos alguna vez cuando lees algo que parece estar contando tu propia experiencia vital».
“Rebirthmark” también está recogido en vuestra segunda referencia, loiros (Metamovida, 2019), publicado después de cerrar con éxito una campaña en Verkami, algo que también repetisteis para vuestro disco más reciente. ¿Qué os empujó a apostar por el micromecenazgo?
Héctor: «Virxilio y yo ya teníamos experiencias positivas con otros proyectos. Es duro decirlo, pero con la excusa del micromecenazgo te permites ciertas licencias... como ser súper invasivo con las colegas, caer en un chantaje emocional sin precedentes o directamente extorsionarlas [risas]».
Loiros tiene una cara A con temas de fuertes claroscuros (“Durmeduna” es un claro ejemplo) con partes muy contundentes y descarnadas de grunge progresivo y psicodélico. Mientras que en la cara B se atenúan y hasta hay ciertas dosis de optimismo en temas como “PDC” o, sobre todo, “Fomos nenos”. ¿Por qué ese contraste entre ambas caras del disco? ¿Cambio de ciclo?
Héctor: «Es la representación del nacimiento. Pasar de la oscuridad total a la luz cegadora, nívea. Creo que la portada refleja muy bien el contenido de ese primer disco. Fue tomada en diciembre en el sur de Islandia, donde los días son súper cortos y el amanecer se funde con el ocaso.
Musicalmente, hay temas de la época más jazzy (“Durmeduna”, “Fomos nenos” y “A fin de algo fermoso”, un bonus track solo para mecenas), y los primeros temas con letra. No sé cómo, pero partiendo de algo uno poco heterogéneo quedó un disco bastante redondo».
Estáis presentando Back from the Edge (2023), vuestro último disco, publicado a mediados del mes pasado después de un largo proceso de composición, grabación y diseño; en realidad, fueron tres años de trabajo... pandemia mediante. ¿Fue esta la única causa de dilación del álbum o «solo» fue una de ellas?
Héctor: «En esta ocasión queríamos hacer canciones más arregladas y dejar menos espacio para la libre interpretación. Fue un cambio de paradigma muy interesante que hizo que la composición se dilatase más que en el disco anterior, en el que compusimos todo bastante más rápido.
Luego lo que sí se dilató locamente fue el tema del diseño y el orden de los temas; me obsesioné un montón, fue bastante enfermizo [risas]».
“How Does It Feel” fue su primer, y único, adelanto. El tema vino acompañado de un lyric video muy original. ¿Cómo surgió la idea?
Héctor: «Como siempre, de un presupuesto limitado, por no decir inexistente, surgen las mejores ideas.
Llamé a mi querido cuñado Nelo (aka Pálida) porque me encontraba en uno de esos horribles bloqueos creativos. Hablamos y, a los tres minutos, ya estaba todo el concepto clarísimo. Me aproveché de la caridad y buen hacer de Xan Campos y María Lalín y en un par de horas ya estaba todo listo. Fue un proceso muy bonito revisar la historia del grupo a través de esas fotografías, con la canción hablando de nuestra relación y de nuestras vivencias».
El título hace referencia a volver de un «límite» y, la canción que le da nombre, profundiza en esta sensación de vuelta, espera, esperanza... ¿es este límite real o metafórico?
Héctor: «En realidad el título del disco surgió en una conversación entre Wilfried y yo. Hablábamos de que, en el proceso creativo, lo que perfila el producto final son las renuncias o las elecciones. O la lucha entre ambas. Llegamos a visualizar una imagen en la que los miles de posibilidades (acordes, texturas, ritmo armónico...) están dispuestas al borde del abismo de la inexistencia y solo una de esas posibilidades se salva cada vez. El proceso se podría repetir casi infinitamente hasta que decides terminar la obra. Cada vez que escoges y renuncias estás trayendo al plano de la eternidad algo que estuvo a punto de no suceder. Nos pareció una idea lo suficientemente epiquísima como para terminar siendo el título del disco. Fue la gran elección».
A lo largo del álbum escuchamos cierto aire de nostalgia, melancolía... morriña quizás. Y las letras continúan líneas temáticas muy introspectivas ya presentes en loiros. Una de ellas podría ser la idea de la necesidad de renacer y determinar uno el propio destino. ¿Cuáles diríais que son los temas centrales?
Héctor: «¡Sí! Concretamente esos dos temas están presentes en Loiros. En Back from the Edge seguimos en esa línea introspectiva y todavía más personal: crisis existenciales, paternidad, encuentros con extraterrestres... Aun así, creo que son lo suficientemente ambiguas como para, quien se tome el tiempo de leerlas, interpretarlas a su imagen y semejanza».
En cuanto a la música, los temas los firmáis los cuatro. ¿De qué forma nacen, y crecen? ¿Cómo los trabajáis?
Héctor: «En este disco cada uno de nosotros aportó uno o dos temas. El 60% de cada canción es personal y el 40% restante surge de un proceso colaborativo.
Hubo un momento en el proceso de composición del primer disco donde la dirección y la estética quedaron muy bien definidas, fue como meter todo lo que éramos cómo músicos y dar forma a un ente común, como un embudo. En Back from the Edge solo teníamos que pensar en expandir el abanico».
Curiosamente en este disco parece coger más peso la parte vocal. Desaparecen los temas instrumentales y apostáis por desarrollar armonías en las voces de una manera más sistemática que en loiros, aunque ya estaban presentes en ese disco en temas como “PDC” o “Fomos nenos”. ¿Por qué ese giro?
Héctor: «No fue algo premeditado. Cuando componíamos Back from the Edge, lo hacíamos pensando en una melodía vocal y no instrumental. Tratar de escribir letras sobre esas melodías es un proceso fascinante y que te permite expresar ciertas ideas de forma más explícita».
Tenéis antecedentes en el jazz... ¿Qué papel tiene la improvisación nos vuestros directos?
Héctor: «El jazz sigue muy presente en nuestras vidas. Todos estamos en proyectos que utilizan como medio de expresión a canal del jazz, sus códigos, lenguaje, estructuras, etc.
Con Loiros está presente en cómo pensamos la música, en nuestro enfoque, pero no tanto en la estética y cada vez menos en la forma; cada vez hay menos momentos para la improvisación y los temas están más cerrados, lo que nos permite estar más enfocados en ejecutar de manera más preciso los arreglos ya pactados».
Para Back from the Edge volvisteis a contar con Hevi (Malandrómeda, Fluzo), uno de los grandes productores gallegos que estuvo detrás de grabaciones de muy diversos estilos (Ortiga, Grande Amore, Xan Campos Trío, Faia, etc.). ¿Cómo es trabajar con él? ¿De qué manera se traducen esas «experimentales y siempre creisis ténicas de diseño sonoro» al sonido del disco?
Héctor: «En nuestro caso no actuó tanto como productor, ya que todas las canciones llegaron muy definidas al estudio. Pero sí que fue determinante a la hora de que nos diésemos cuenta de cómo queríamos sonar en el disco: un sonido crudo, no sobreproducido, con mucha dinámica y que sonase envolvente, tridimensional. Básicamente la idea era trasladar la sensación del directo al disco».
La portada del disco es un diseño firmado por Héctor (arte y fotografía) en colaboración con el artista multidisciplinar Rafa Cáccamo (diseño gráfico), quien ya había participado en el diseño de vuestro anterior trabajo. En ella aparece un bebé durmiendo, que parece remitir la “Fotografía” y también la esa idea del renacer. ¿Es así?
Héctor: «Las fotografías a las que hago referencia no es la de la portada, sino a las de la edición coleccionista; una edición limitada de treinta ejemplares para mecenas.
La portada en principio iba a ser un montaje de seis fotografías, una representativa de cada canción, pero algo sumamente cósmico sucedió. Una artista cuya personalidad real desconozco se puso en contacto con nosotros vía mail ofreciéndose a hacer la portada del nuevo disco porque le había flipado mucho el primero. Nos pasó algunas de sus obras y flipamos con el resultado, pero sobre todo con la idea que perfila su proceso creativo, en el que se vale de un inventario de miles (literalmente) de objetos que colecciona y utiliza según lo que necesite la obra. Para la portada de Back from the Edge utilizó, entre otras cosas, un gran número de ecografías para el dibujo, que es enorme; y, para las tintas, sangre menstrual y placenta. Me pareció una interpretación y una manera de llevarla a cabo tan punki, tan genuina y tan extrema... que fue irrechazable.
En el caso de Rafa, es mi amigo más viejo y todo un referente a nivel artístico y vital. Contar con su sincera y acertada opinión me da la seguridad de que lo que tenemos entre manos es algo bueno».
Es curioso cómo viene presentada, escondida en un envoltorio blanco vacío que, además, solo se puede ver en la edición física del disco. ¿Por qué?
Héctor: «Es una reacción a todo este torrente de imágenes vacías de contenido a través de plataformas como Instagram o Pinterest. En el ámbito de la música, concretamente, nos encontramos en un momento crítico en el que se valora más cómo se presenta el contenido que el propio contenido. Es absurdo.
También queríamos que toda aquella persona que compre el disco tenga algo que no esté disponible en el mundo digital, solamente en el físico. Como creadores, estamos en contra de poner todo nuestro arte disponible gratuitamente y, como consumidores, estamos encantados de pagar por los discos, merch y bolos de otras bandas pequeñas y sostener el tejido del arte underground. Es que si no, resulta imposible...».
Sin embargo, en Bandcamp el disco tiene una portada de Peixe Nero (ilustración que también aparece en las camisetas) en la que se observa una especie de semilla abierta que esconde un bebé dentro de cuya cabeza brota una planta... El concepto tiene mucha relación con la portada de la edición física, ¿no es así?
Héctor: «Así es. Desde hace tiempo tenía muchísimas ganas de colaborar con Nero; me encanta su visión del mundo y cómo la expresa en sus creaciones.
Se me ocurrió que podía hacer una ilustración para las camis que tuviese relación con la idea de la portada y vino con esa idea tan evocadora y en ese color tan potente. Me pareció buena idea utilizarla como portada alternativa en las recesiones, entrevistas y en el Bandcamp».
Y a parte de Bandcamp, ¿por qué decidisteis que ninguno de los dos discos esté disponible en otras plataformas digitales como Spotify?
Héctor: «Porque son unos putos explotadores.
Tenemos el disco en Bandcamp (con las escuchas limitadas) porque nos permite monetizarlas y llegar a gente que de otro modo sería muy difícil. Además, la filosofía de la comunidad de esta plataforma y mucho más sana y vinculada a la nuestra.
También es una puesta en valor de las creaciones de los artistas underground. La mayoría de las bandas pequeñas ponen su música gratis por pura presión de una industria completamente desfigurada. Como consumidores estamos acostumbrados a tener a nuestra disposición toda la información, lo que hace que ni la valoremos, ni la gestionemos adecuadamente, ni la consumamos de manera consciente y con pleno enfoque.
Como pequeños creadores tenemos la posibilidad de decidir qué hacer con nuestra música y optamos por venderla solo en formato físico con la esperanza de que sea escuchada con la carpeta de las letras en las manos».
Además de ser parte de otros (varios) proyectos, algunos de vosotros también sois profes de música. ¿Cómo veis (y vienen) las nuevas generaciones?
Héctor: «En realidad los cuatro somos profes.
Veo que el modo de consumo cambió radicalmente; cuando yo tenía 12, 13 años, me gastaba mi paga en tiendas de discos de segunda mano y escuchaba los discos de principio a fin con el libreto en las manos, escudriñando las fotos al más mínimo detalle, aprendiendo las letras e interesándome por quién había mezclado, producido, etc. Ahora se escucha la música a través de dispositivos con una pésima calidad de reproducción, por singles o listas de reproducción en el mejor de los casos, cuando no en un reel o un short.
Eso en cuanto al consumo. Respecto a la creación, las nuevas generaciones están más interesadas en los followers, en el alcance que pueda tener su música, que en la música en sí.
Así que lo veo bastante crudo. Un reflejo del mundo en el que vivimos».
Ya lleváis varios conciertos presentación (Vigo, Cambados, León...), ¿cómo está siendo la acogida del disco en directo?
Héctor: «Un poco desigual en cuanto a afluencia de público, pero en todos los conciertos se creó esa especie de comunión brutal entre audiencia y banda. Conocemos a gente muy riquiña e hicimos un par de bolos con Fajardo. Fue muy guay compartir tiempo con él».
Para alguien que aún no tuvo la suerte de disfrutar de vuestra música en directo, ¿cómo describiríais un concierto de Loiros?
Héctor: «Para nosotros es algo muy trascendental. Tocamos muy poco juntos a pesar de la mucha energía y tiempo que le dedicamos al grupo, entonces, cuando llega el momento del concierto estamos muy sensibles y abiertos. Son bolos muy viscerales y crudos. La verdad es que una sensación que no tenemos tocando con otros proyectos; es algo muy especial».
En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?
Héctor: «Nos molan mucho Trilitrate, CALDO, Caamaño&Ameixeiras, Holywater, Xan Campos, Iago Fernández, Noar, Malandrómeda...».
Si abriésemos vuestras cuentas personales de Spotify, ¿qué escucharíamos? 100% Sinceridad, 0% Vergüenza
Héctor: «[Risas] El único un poco guilty pleasure sería Creed... por lo demás lo último que tengo es: Kalama’s Quartet, Larry Young, Sílvia Pérez Cruz, Deftones, Alice in Chains, Squid, King Krule, Lost in Tajikistan y el podcast Efecto Doppler».