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BELÉM TAJES: «RENACEMOS EN LOS SITIOS DONDE FUIMOS FELICES, DONDE FUIMOS QUERIDOS»

BELÉM TAJES: «RENACEMOS EN LOS SITIOS DONDE FUIMOS FELICES, DONDE FUIMOS QUERIDOS»
26 SEPTEMBER 2022

Su primer instrumento fue la voz, a la que más tarde se le unirían gaita, pandereta o violonchelo. Belém Tajes (Buenos Aires, 1985) es cantante, compositora, instrumentista y especialista en musicoterapia; sus inicios en el mundo de la música fueron en agrupaciones tradicionales, después la escuchamos Luar na Lubre, Xosé Lois Romero & Aliboria, Vudú, MOURA, Sisters in the House... Hasta que decidió volar sola.

Tajes se presenta ahora en solitario y en castellano, dibujando canciones-camino que recoge en Un mapa (2022), su EP debut y una «historia de brazos abiertos» que abraza las dos orillas sonoras del Atlántico, de Buenos Aires a Costa da Morte.

 

Foto © Xabicas Castro

 

Ahora te conocemos como cantante, compositora, instrumentista... pero ¿cómo empezó Belém Tajes en el mundo de la música? ¿Cuál fue tu primer contacto con ella? ¿Y con un instrumento?

Belém Tajes: «Pues en mi casa siempre se cantó mucho; puedo decir que mi primer instrumento es la voz. Tengo un recuerdo muy difuso de las reuniones de gallegos en Buenos Aires, que siempre acababan cantando y mi abuela materna era de las que más cantaba. Después, cuando vinimos a vivir a Galicia, mi hermano y yo empezamos a aprender a tocar la gaita y la pandereta y luego ya comenzamos con el conservatorio».

 

Naciste en Argentina, donde pasaste los seis primeros años de tu vida, hasta que cruzaste el Atlántico para crecer en la Costa da Morte. Aunque después hablaremos de tu reciente EP, ¿sigues manteniendo un contacto estrecho con Argentina?

Belém: «Volví varias veces a Buenos Aires con la familia y, este año, por vez primera, fui sola; fue un reencuentro muy diferente y bonito. Ahora que mi abuela ya no vive allá, no tenemos esa rutina de ir habitualmente, pero tengo un amor muy profundo por ese país, por lo que significó para la emigración gallega, por su idiosincrasia, su folclore, su literatura, por su mestizaje tan especial...».

 

Vienes de la música tradicional, pero te consideras una artista ecléctica «a la que le gusta probarlo todo». ¿Con qué estilo, o estilos, te sientes más identificada? ¿Por qué?

Belém: «Uf, una pregunta difícil, porque tengo esa inquietud de buscar constantemente cosas nuevas, de probar estilos y combinarlos. No me gustan las etiquetas en realidad; no me gusta decir que hago pop, folk, o lo que sea, y creo que por eso no acabo de encajar bien en festivales, porque solemos cerrarnos en grupos, en estilos, cada vez más... La música es un lenguaje libre y a mí me gusta esa libertad, donde estoy cómoda y cantando y contando lo que siento, así sea bebop en gallego o samba en francés».

 

Respecto a tus influencias, ¿qué artistas o grupos consideras referentes en tu modo de entender la música?

Belém: «Referentes para mí son nuestras abuelas, las que cantaban e improvisaban y tocaban la pandereta con la mano y con el puño. Después, venero mucho la figura de los grandes músicos como Vinícius de Moraes, Ella Fitzgerald, João Gilberto, Astor Piazzolla, Caetano Veloso, Mercedes Sosa, los Beatles, Pink Floyd, etc.».

 

Eres la mitad de Vudú, dúo (en stand by, por lo visto) de soulk junto a Maritxinha que, al poco de nacer, se alzaba con el Premio Martín Códax da Música en la categoría Blues/Funk/Soul. ¿Qué viene siendo eso del soulk?

Belém: «El soulk fue una etiqueta que inventé para Vudú, ya que la mayoría de nuestras letras venían del folk pero la música era totalmente soul. No pensé que fuese a trascender algo así, pero fue muy bien acogido».

 

 

¡Pero es que también podemos escucharte en Aliboria...! ¿Otra manera diferente de acercarse a la tradición, en esta ocasión más desde lo vocal y la percusión? ¿Qué supone para ti ser parte de este proyecto también junto a Xosé Lois Romero?

Belém: «Aliboria para mí es una escuela, un grupo maravilloso donde puedo aprender y crecer. Aliboria es un animal salvaje, un proyecto singular, nada convencional y lleno de personas excepcionales. Para mí es un privilegio formar parte de Aliboria».

 

Moura. Foto © Leo López

 

Más recientemente, has pasado de la Irmandade Ártabra de MOURA—enhorabuena por la nominación, por cierto ;)— a la formación principal en su último disco. ¿Cómo es sumergirse en el rock psicodélico y, además, en una banda como es MOURA?

Belém: «Moura es un regalo, porque lo que se vive en el escenario tocando con ellos es bestial. No sé si le pasará a todo el mundo, pero a mí me pasa que necesito esos momentos de música a mucho volumen como para una catarsis; es una sensación de fuerza y rito y felicidad muy bestia, y eso solo te lo puede dar el rock, la psicodelia... ¡Moura!».

 

 

Y llegados a este punto... ¿Cómo lo haces? Lo de la logística bien, ¿no?

Belém: «[Risas] ¡Sí, a veces es complicada! Hasta cuando preparo un concierto para ir yo sola llevo el coche que parece la caravana del circo. Hay que organizarse bien y apuntar todas las cosillas para llevar en una libreta o donde sea :)».

 

También fuiste vocalista en Luar na Lubre, grupo con el que participaste en la gira de su 30 aniversario recorriendo escenarios de la Península y de México. ¿Cómo recuerdas esta experiencia?

Belém: «Fue una de las experiencias más alucinantes que viví nunca. Ser la cantante fue, además, una sensación contradictoria de fragilidad, pero también de fuerza, de reconstrucción constante.

En la gira interpretaba todas las canciones míticas de Luar na Lubre y claro, la emoción compartida con el público muchas veces era hermosísima. Además, una banda con más de 30 años de experiencia y una discografía tan amplia... Aprendí tantísimo a nivel musical y personal en esa gira; ¡tengo para un libro!».

 

Y aún formaste parte de varios grupos más, Moondogs Blues Party, O Cadelo Lunático, Sisters in the House, colaboraste con artistas como Brais Morán... ¿qué te empujó a volar en solitario?

Belém: «Pues sentía que Vudú no llenaba mis expectativas y tenía algo dentro que quería sacar; tampoco quería ser la eterna colaboradora de otras bandas. Lo que necesitaba era buscarme y decirle a la gente y a mí misma quién era yo. Por eso volví a la infancia y a Buenos Aires, y por eso empecé a escribir también algunas canciones en castellano».

 

Foto © Diego Bea Besada

 

En 2016 pasaste cinco semanas en una residencia artística cerca de Galway (Irlanda), dentro de un programa de intercambio lingüístico y cultural entre naciones con lenguas minorizadas. ¿Cómo describirías esa estancia?

Belém: «Uy, ¡eso fue un sueño! Imagínate, una niñita gaitera que siempre soñó con ir a Irlanda a vivir la vida musical que hay allí. Además, yo venía de una situación laboral algo complicada y justo salió esa oportunidad de ir a Galway, ¡fue un subidón tremendo! Y de esa experiencia escribí mi primer libro, algo que no pensaba que pasaría nunca».

 

Como resultado leemos, y escuchamos, Cantos do mar de Irlanda(2021), «un viaje musical por la costa oeste irlandesa» que recoge cantigas tradicionales en gaélico interpretadas por ti. ¿Qué diferencias, y similitudes, encontraste entre ambas músicas?

Belém: «Interpretadas por otras personas, yo solo hice de contadora de historias, de oreja atenta. La verdad es que, siendo Irlanda nuestro espejo, muchas veces, tendríamos que aprender más de ellos a cuidar nuestras músicas, a valorar más nuestra tradición, a compartirla con el mundo y a llevarla al más alto. Las cantigas irlandesas son muy virtuosas a nivel de melodía y arreglo, es una forma de cantar muy distinta también, quizás donde más tenemos en común es en los cantos de trabajo».

 

En octubre de 2020 debutabas en solitario con el sencillo Pájaro negro (2020) con el que sorprendías no solo por sus ecos latinos, sino también por el cambio de idioma; pasabas de cantar en gallego a hacerlo en castellano. ¿Por qué? ¿Qué provocó este cambio?

Belém: «Con este cambio quise regresar a mi origen, a lo más pequeño, y vi qué tenía dentro, vi de dónde venía yo. La respuesta fue una infancia en la panadería de mis padres y en la de mis abuelos maternos en Buenos Aires. Allí empecé a cantar y allí nació mi amor por la música. Tenía mucho sentido escribir canciones en castellano para homenajear ese nacimiento».

 

 

Compuesto en un día este tema surge «del desamor, de la idea de abrazar el ideal perfecto». ¿Suele ser esta tu forma de componer, desde situaciones personales, o buscas inspiración en otros ámbitos?

Belém: «Sí, Pájaro Negro nació de un WhatsApp que no me contestaron [risas]. De momento escribo muy pegada a lo que siento y vivo, es lo más natural. Pero estoy también jugando con otras fuentes de inspiración como la literatura, las redes sociales o la escritura automática».

 

De aquella, Pájaro negro hacía de adelanto de un nuevo disco pensado, en principio, para la primavera de 2021, pero que llega ahora, un año después. ¿Cómo viviste esos tiempos de incertidumbre?

Belém: «Pues no fueron unos años fáciles para mí, la verdad; una hace planes y luego la vida ya los va posicionando. Y llegó una pandemia y la pérdida de una persona muy importante para mí, y todo se fue dando de forma más lenta. Así que primero era ponerse bien y recuperar algo de fuerzas, curar las heridas y seguir cantando, como dice la canción de “Como la cigarra” de Mercedes Sosa».

 

En esos «tiempos raros para la cultura» participaste en el Mans–Xuntanza Creativa junto con Sofía Espiñeira y Los Jinetes de él Trópico, y de ahí salió Remuíños de son”. ¿Cómo fue el proceso de creación del tema junto a ellos?

Belém: «Fue divertidísima esa experiencia, porque aparte éramos un grupo de gente muy distinta y teníamos un tiempo muy limitado para crear y grabar ese tema. Lo pasamos muy bien y creo que nos quedó un tema muy chulo.

Soy una apasionada de los procesos creativos y llevé un montón de ideas extravagantes que siempre había querido probar, como lo de sacar papelitos con palabras y empezar a rimar con ellas; fue genial escribir juntas».

 

 

Como adelantábamos, acabas de lanzar tu EP Un mapa (2022), cinco canciones inspiradas en tu Argentina natal. ¿Cómo surgió esta idea de «canciones-camino»? ¿Es una forma de reivindicar la Belém Tajes porteña?

Belém: «Sí, ¡es una reivindicación total! Ya la idea del mapa me parecía una manera de buscar ese lugar a dónde ir o, por qué no, regresar a ese lugar de dónde vienes.

Ahora que el móvil te recuerda donde estuviste y cuantos pasos caminaste, me parecía muy evocador volver a los lugares donde naciste, porque nacer, nacemos muchas veces; renacemos en los sitios donde fuimos felices o donde fuimos queridos y, para mí, volver a Buenos Aires era volver la esa alegría constante que tienen los niños. Yo quería reconstruir esa alegría y hacerla música».

 

Foto © Noelia Santos

 

Un mapa empieza con una “Intro” en la que escuchamos tu «versión» de la canción infantil “Arroz con leche”, armonizada por Abe Rábade. ¿De dónde vino esta idea de conectar el pasado con el presente en estos 36 segundos?

Belém: «Abe es un músico genial que yo admiro mucho y él tiene esa costumbre, esa idea fantástica de “musicalizar” (buscarle la melodía a la voz hablada) discursos o diálogos. Tiene un corte en su disco Doravante (Nuba/Karonte Records, 2018) de un discurso de Angela Davis que él reharmoniza y es sublime.

Y le pedí si me reharmonizaba esta Intro mía cantando con 4 años esta canción. Para mí es un regalo hermoso y una forma de poner en contexto este EP».

 

El sencillo presentación, “Fracaso”, es un tango amilongado que nació en tiempos de mascarilla y distancia social; distancia... ese concepto inexistente a la hora de bailarlo. ¿Fue esta paradoja intencionada?

Belém: «[Risas] Sí, ahora eso de la distancia social suena raro, y menos mal, ¡porque no sé os acordáis de que bailar estuvo prohibido! Recuerdo un par de conciertos que hice en pandemia con el grupo Pesdelán en los que la gente bailaba desde la silla, ¡sentada!

Y claro, cuando pensaba en escribir un tango, imaginaba todas esas barreras que teníamos: las mascarillas, la separación, todo carente de sensualidad, de piel... Era un baile, sí, pero también un “fracaso”, como el título de la canción».

 

 

Escuchamos también a “Chacarera del limonero” junto a las Lilaina. ¿Cómo fue homenajear el folclore argentino a través de instrumentos y voces de nuestra tierra?

Belém: «Fue muy natural, muy orgánico todo. Pensé en Lilaina ya cuando estaba haciendo la canción, ellas pueden tocar y cantar lo que quieran porque tienen mucha fuerza y, sobre todo, capacidad de trabajo; son unas músicas magníficas.

Un buen amigo me decía que es una chacarera ibérica y me pareció un buen resumen, ya que usamos panderos de Peñaparda y también [bombos] legüeros hechos aquí y voces gallegas, ¡una conjunción muy bonita!».

 

 

A primeros de 2021 publicabas “Noite de lúa” como parte de las Folk Sesions; una versión en gallego de un bolero de Antonio Machín. Teniendo en cuenta que el padre de Machín era de Ourense, ¿no hay cierto paralelismo, pero en sentido contrario? ¿El tema vuelve a conectar Machín con Galicia, Un mapa vuelve a conectar Belém Tajes con Argentina?

Belém: «Es que claro, quien más o quien menos tiene algún familiar que tuvo que emigrar. Como pueblo tuvimos esa suerte o desgracia, forma parte de nuestra idiosincrasia también esa conexión con lo internacional. El pueblo gallego todavía le debe mucho a toda la emigración, a esas personas que construyeron Galicia en el exterior y que fueron muy importantes para poder sobrevivir, para mantener nuestras tradiciones, para traernos avance.

La verdad fue que me sorprendí mucho con la historia de Machín, y aún la sigo contando en los directos y mucha gente alucina, porque no pensaban en que tremendo cantor hubiese tenido relación con Galicia».

 

 

Eres maestra, especialista en musicoterapia; ¿cuánta verdad hay en eso de «la música amansa a las fieras»? ¿De qué manera sana la música?

Belém: «¡Es una verdad absoluta! Usamos la música muchas veces inconscientemente en nuestro día a día para relajarnos o motivarnos. Y también somos sujetos pasivos, cuando una música nos acaba convenciendo para comprar o ir a tal sitio; tiene un poder increíble en nosotros.

No acabo de entender por qué no acaba de cuajar aquí el uso de la música como terapia en centros de salud, en geriátricos, o incluso en las escuelas, si es un recurso barato y exitoso. En Inglaterra los médicos junto con los medicamentos ya recetan música. Me encantaría que eso pasase aquí».

 

Si decimos Ángeles Dorrioy Carmen Rey... ¿qué se te pasa por la cabeza?

Belém: «¡Son las maestras! Dos mujeres de gran trayectoria musical y referentes para muchas cantantes de música moderna de Galicia».

 

Foto © Brais G. Rouco

 

Luego de un verano saltando de escenario en escenario (¡incluido el Wanda Metropolitano! ¡con Aliboria y Vetusta Morla!), estrenaste septiembre en el Festiletras (Ponteceso). ¿Cómo es un directo de Belém Tajes? ¿Tienes alguna próxima fecha cerrada que quieras (¡o puedas!) desvelar?

Belém: «Los directos son muy divertidos porque me acompañan dos personas que admiro mucho y con las que tengo ya un vínculo muy especial: Cibrán Seixo es un espectáculo verlo, ya que toca el violín y con los pies toca el bajo pedal, y Nico Vieites con la guitarra llena las canciones de atmósferas singulares.

Todavía estamos en proceso de escribir la gira, así que no puedo adelantar fechas, pero pasaremos por Madrid, Barcelona y habrá también una excursión a Alemania».

 

En la actualidad, ¿qué artista o grupo gallego nos recomendarías? ¿Algún favorito que deberíamos conocer?

Belém: «Recientemente pude colaborar con Antía Muiño y me gustó mucho su propuesta y su directo. También me parece hermosísimo toda la emoción que consigue Nastasia Zürcher en sus conciertos».

 

Si abriésemos tu cuenta personal de Spotify, ¿qué escucharíamos? 100% Sinceridad, 0% Vergoña.

Belém: «[Risas] Con total sinceridad os cuento los cinco primeros temas de la lista de ‘Canciones que me gustan’ y son: “Aguas frías” de Helado Negro, músico americano pero de origen ecuatoriano que hace un pop muy ligero lleno de voces aireadas. Después está la “Fantasía en re menor” de Mozart; luego viene “Tu sonrisa inolvidable”, una especie de chacarera de Fito Páez que tiene una instrumentación deliciosa; luego incorporé la “iNTRO” de DOMi y JD BECK, dos chicos con un talento estratosférico que hacen un jazz progresivo virtuosísimo; y, por último, una grabación en directo del año 69 del “Summertime” de Janis Joplin, que es para mí una de las grandes maestras, ¡irrepetible! Así que creo que por eso salí tan ecléctica».

 

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